él
no creía en el gesto,
ni en el medio, ni en el resultado
pero creía que
ni la casa, ni la cama,
ni el taller, ni el garaje, ni la ropa,
ni el cuerpo
seguían haciéndolo existir todo
eso a lo que (se) dejó
de asistir
convirtiendo la función,
la representación, la obra
en un teatro cruel
extirpado de la intimidad