Lo que ocurría es que le echaba de menos
No había pies desde el Berbés al Calvario
que incendiaran indias
No había quien nombrase más toda esa miseria atracada en el puerto
la soledad no estaba más acompañada y los bancos de la Alameda
solo dormían pobres.
Hoy no hay con quien llorar en Príncipe por la traición de la poética
nadie anunciará más al pájaro ni escribirá su dictado
no habrá señales.
No lo he vuelto a leer ni una sola vez
hoy creí escuchar que lo gritaban en Gran Vía, no
quiero escribir nunca, más.
No le hubiese preguntado nada ni por asomo utilizado palabra ante su cuerpo
solo Vigo se ha queddo mudo y ya no hubo sombra ni respeto.