¡Un caballo! (susto)

Era un día de semana
fuimos a la playa y me viniste a buscar, qué importa.
Nos hablamos, costó un poco más que de costumbre pero nos hablamos
hasta que el viento nos sorprendió escuchándonos
levantando la arena constante, suave y densa, la arena arremolinada
por debajo de donde rompe el mar o el océano (América), qué importa.
Y llegó el sonido, el silbido, la espuma y el oído lleno
no se me escuchó pero la fuerza me hizo llamarte por un nombre nuevo ¡caballo!
Ningún animal se salva respondiste y subimos al monte, a montar en un claro.
 
Fue en el camino al monte a motor con el mar o el océano (América), qué importa
en el centro del cuerpo encendido. Pensé y ví:
¡caballo! sobre sí mismo al sol con la cola en alto; blanco.
Grité, te asustaste y afirmaste: te asustaste. Me asusté.

Un sol blanco caliente en el pecho que ya no será nunca
la flecha ígnea que sintieron las monjas ni el pájaro parlante de la poesía.
¡Un caballo! (susto)

Con ese sol te nombro y golpeo las puertas del motor, por dentro
con todo lo que he elegido por dentro, para ir a montar en un claro.

Se hace sol ¡caballo!

Levantas los ramos como los pasos; y no hay caballo; me porto
el caso es no estar para que aparezca; ir ausente al monte y no resolver
el verso mantenerlo criminal, prendido o fuego.

Lo que arde es en secreto, en el monte donde nos enseñábamos los penes.

Todo quemado.

Fue en el monte una noche de playa en la que fui a motor y volví con ropa.
Era de la familia; afín a la Alcaldía.

Ni un sentimiento (América), literatura.

 

 

El cuerpo era de jabón
no era una escultura, era jabón
nunca la hizo, el jabón

Estaba en el museo, no la conocía
me encogió hasta un metro, por entero
estaba tan sola marrón que concentró todo el colegio

Me quedé Lucy, nadie lo sabe
y he publicado bastante, desde entonces
mujer mona trepadora, niña judía del campo, niña víctima del napalm

Me quedé Lucy

 

ya no cojo un taxi los martes a mediodía para no comer
no escribo poemas ni leo

ya no escupo tendida sobre el asiento de atrás del coche abriendo la puerta
con una mano, en la cuneta
ya no escribo poemas no falta nada

antes estaba de vez en cuando y cuando faltaba se le escribía
ahora no y no sé que hacer con el fuego o lo hago demasiado
madura demandas levanta proyectos escribe textos es mutualista

arde luego hace desaparecer, es por eso que todos se han ido, que ella no

No ha sido fácil; han tenido que pasar siete años para volver sola.
Me han pagado el trabajo. Es importante.

Ha habido un error, el avión debía salir el día siguiente.
Me he despertado con la alarma que una compañía aérea ha programado en mi móvil. Su vuelo sale dentro de 4 horas desde el aeropuerto de El Prat. No puede ser. Aún solo era trabajo, no ha pasado el tiempo de la reparación.

Hacía mucho tiempo que no me hacía un moño tan apretado. Quiero ganar dinero para ir en taxi en Barcelona. Han puesto un ascensor en mi casa y el asiento de atrás de la Aprilia Philippe Starck sobre el que me daban los tirones en la ingle no estaba aparcado frente al piso de lujo del pakistaní.

Celebré los treinta en el Hotel La Florida sobre el Tibidabo, voy a cumplir los cuarenta el viernes en La Mina. Es importante.

No había pies desde el Berbés al Calvario
que incendiaran indias
No había quien nombrase más toda esa miseria atracada en el puerto
la soledad no estaba más acompañada y los bancos de la Alameda
solo dormían pobres.

Hoy no hay con quien llorar en Príncipe por la traición de la poética
nadie anunciará más al pájaro ni escribirá su dictado
no habrá señales.

No lo he vuelto a leer ni una sola vez
hoy creí escuchar que lo gritaban en Gran Vía, no
quiero escribir nunca, más.

No le hubiese preguntado nada ni por asomo utilizado palabra ante su cuerpo
solo Vigo se ha queddo mudo y ya no hubo sombra ni respeto.

Hace dos días que pierdo el mismo anillo
en cada casa ajena en la que entro. El anillo que me compré a mi misma
el día que abogué, América.

No podía acostarme por la noche ni levantarme por la mañana,
soñaba que aún venías y volvías a exponerme
que me arrinconabas detrás de las puertas y aún era grande.

Asistía al ensamblaje de una máquina mental fulgurante
a la velocidad de la visión preclara. No reconocí a mi prima, no reconocí
a mi abogado, a la puerta del Juzgado.

Hace dos días que siento que no debería volver a explicar que mi deseo es sexo capaz y constante. Me arde la vida como le debió arder el cuerpo a Carlos hace cinco días
cuando decidió saltar desde la ventana del sexto piso en el que vive su hermana.

Necesitaba decir que yo no solo también navegar sino que a veces solo planear.

escribir es insoportable,
de una potencia reducida en un gesto ordenado
insoportable

hablar es insoportable,
de una represión ampliada en un acto obligado
insoportable

Irse de Isla Esperanza, también, a mitad de la Ap9
volver a desviar el coche y batir el cuerpo contra el gran Con
en un golpe abierto por el pecho

Hacer el mar América; sin más tú y lejos
en los museos pobres donde docentes pobres de universidades pobres
no dejan de fabricar moldes pobres de una idea pobre
de cuyo autor prefieren no acordarse

Deshacerse de la ropa rota toda sin contar las citas
Desvestirse entera a la puerta de la Casa de la Cultura
donde artistas pobres organizan velatorios pobres para poetas pobres

Carlos, (ll)évame, no nos dejes en Vigo, a Alicia le han cortado los pies
y al arquitecto de Suíza se le viene encima la ciudad de cristal del arquitecto de Suíza

Rafa, baila conmigo, empiezan a sonar tambores y presiento que esperan que sea un hombre llamado caballo, otra vez.